sábado, 21 de febrero de 2015

Sobredosis de T.V.


Por: Arturo Bojórquez


Forzado por haber salido a la luz las declaraciones de varios militares, el conductor del noticiario nacional de la cadena NBC, Brian Williams, no tuvo otra que admitir sus mentiras.

Brian Williams (Imagen de Internet)
Un periódico entrevistó a varios ex-combatientes sobre la presencia del comunicador, quien desde hace poco más de 10 años es la imagen principal del corporativo mediático en cuanto a noticias se refiere, y éstos negaron que el periodista haya estado con ellos cuando fueron atacados desde tierra mientras eran transportados en un helicóptero.


El reportero se vio obligado por las circunstancias a decirle a sus televidentes que todo era mentira.
En un intento fallido por permanecer aferrado a la silla televisiva, Williams pidió perdón, tanto a los militares como a sus seguidores.


Para ponerlo en contexto, la cobertura hecha por distintos medios a la Segunda Invasión de Irak justificó la reacción del gobierno del entonces Presidente de Estados Unidos, al ataque del 11 de septiembre de 2001.


El dramatismo que regularmente las televisoras imprimen en la producción noticiosa, en este caso fue el ingrediente especial para engañar a millones de norteamericanos.


Políticamente correcto, el conductor trató de hacer lo que debía, admitir su traspié y evitar un golpe mayor a su persona y la empresa en la que labora.


La estrella de NBC, que también posee la cadena hispana Telemundo, fue separado del programa, al menos de manera temporal, por parte de los directivos de la misma.


En este asunto, cabe destacar tres cosas: la primera es la manera en que la noticia se dio a conocer.


El hecho de que la información proviniera de una fuente externa a NBC no solamente le dio más peso de credibilidad al medio que la reveló en primera instancia, sino que detonó una bomba de desconfianza hacia la compañía mediática que poco podrá hacer para remediarlo.


Además, la reacción casi pasiva y tardía de NBC, aunado a que el castigo simplemente se limitó a ser una separación del puesto, ha traído como consecuencia más dudas que certezas respecto a si en realidad el corporativo pretende hacer ajustes para evitar que algo similar ocurra en el futuro.


A ello, habría qué agregar que la respuesta ha reflejado un severo problema de relaciones públicas para el equipo de noticias de NBC y la empresa en general.


Pero hay algo más grave. Como bien lo escribió Paul Farhi para el Washington Post, “la falsa historia puede dañar el activo más valioso del conductor: su credibilidad”.


Quiérase o no, todos los que nos dedicamos a esta actividad nos veremos impactados negativamente por el gravísimo error de Williams.


Un estudio del Centro Pew para la Investigación, revela que los estadounidenses de todos los espectros políticos confían más en The Wall Street Journal, The Economist y la BBC que medios como ABC News, el diario USA Today y hasta Google News.


Aparte, si desde hace ya varios lustros las audiencias se han ido alejando poco a poco de los medios tradicionales para emigrar a nuevas fuentes informativas como los periódicos gratuitos e independientes y los sitios noticiosos en internet, nada bueno se puede esperar después de las falacias de Williams.


El efecto se verá en el futuro cercano y lejano, tanto en los niveles de audiencia de la televisora como en la ya mermada confianza del público hacia los medios de comunicación.


Nada más para ponerlo en perspectiva: lo ocurrido con Williams equivale a que un día Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola o Javier Alatorre ofrezcan disculpas por haber servido al régimen y a los intereses financieros de sus respectivas empresas. 

Para pensarse.

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